Francisco detuvo el auto en doble fila y pregunto: ¿acá es la fiesta?
Las personas, entre ellas desconocidas, respondieron si. Estaciono el auto y bajo con cervezas en la mano.
Entre idas y vueltas, a la cocina, quedó sentado al lado de Juana. Cruzaron palabras, solo las necesarias para no quedar mala onda. Sonó otra canción y ambos quedaron en silencio, pero sin moverse del lugar. Como si estuvieran sentados en una vuelta al mundo, en algún parque de diversiones, en el mes de febrero.
febrero 09, 2011
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